Image
Quiénes somos - Carisma
Historia: el Fundador

Hno. Isidoro Lezcano: hombre libre y liberador

El Hno. Isidoro Lezcano Guerra nace en Tenoya -Las Palmas de Gran Canaria el 30 de diciembre de 1935 en medio de una familia sencilla y trabajadora. Será el quinto de siete hermanos. Después de su paso por el seminario, en el noviciado de los Hermanos de San Juan de Dios y colaborando con enfermero en el Hospital Psiquiátrico de Las Palmas, marcha al servicio militar en Tetuán (Marruecos) donde comienza atendiendo a los más pobres de la población. Hace las oposiciones al Servicio Meteorológico Nacional y es destinado como jefe del observatorio de Ceuta. Allí con su sueldo alquila una casa donde acoge a personas sin hogar y con muy vulnerables. Esa será la semilla y nacimiento de los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca.

El Hno. Isidoro, fallece en la Casa Familiar Divina Providencia de Las Palmas de Gran Canaria el 20 de Febrero de 2006.

Sus restos mortales descansan en la capilla de la Casa Familiar San Francisco de Asís de Córdoba.

El Hno. Isidoro nos manifiesta con su vida, que seguir a Jesús es entrar en el dinamismo de su libertad. Por tanto, toda su experiencia como fundador, se va a desarrollar en vivir como hombre libre y libertador.

La fuente de esa libertad la encontramos en su deseo, en la necesidad que él tiene de vivir en clave de Dios, dejándose guiar por el Espíritu, haciendo suyas las palabras de San Pablo a Corintios: «Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad». Y este convencimiento va a dar un ámbito muy amplio a su libertad: libre de sí mismo, de las jerarquías, de los ricos, de los fracasos…

El Hno. Isidoro se convierte así en un hombre liberado de las esclavitudes de la propia imagen, de sus miedos al fracaso y al rechazo de la Iglesia y de la sociedad. La vida del Hno. Isidoro está llena de anécdotas que nos muestran la libertad de nuestro Fundador con respecto a los poderosos y a sus instituciones, con respecto a los grupos eclesiásticos y sociales de los años 70 y sobre todo a sus expectativas con respecto al ansia de tener más para ser más que los demás.

Pero la libertad en que vive el Hno. Isidoro, no es algo que termina en una vivencia personal e individualista; su libertad es para algo, es libertad para. Está en función del Reino, está en función del hombre y de la mujer que no es libre, porque no se les reconoce su dignidad.

Él se siente libre para dignificar la vida del enfermo mental. Se siente libre para introducirse en los barrios musulmanes de Tetuán y de Ceuta marginados por una sociedad de carácter colonialista. Se siente libre para luchar contra el trato inhumano que reciben los alcohólicos y drogadictos en los calabozos. Se siente libre para sacar a un grupo de jóvenes epilépticos del manicomio, porque no era ese el lugar idóneo para su rehabilitación.

Su libertad le hace gritar contra la utilización del nombre de Dios en el menosprecio a las personas por razón de su raza o religión. Él se siente libre y desde su libertad quiere que los demás experimenten y se abran al Dios- Amor; porque sabe que cuando el hombre se cierra al amor del Buen Padre Dios (como él lo nombra) surge la enemistad entre los hermanos, la lucha de todos contra todos, se crea un mundo que condena a muerte a los pobres y que hace inevitables las injusticias.

En nuestras constituciones, el Hno. lsidoro dejó señalada de manera explícita la libertad como característica central de la vida del hermano franciscano de Cruz Blanca pues «para ser libre nos liberó el Señor» (Gál 5,1). Sin embargo, para él no hay libertad cristiana sin «la obediencia a la fe» (Rom 1,5). Para nuestro Fundador, tenemos que ser libres para cumplir en todo la voluntad del Padre, en el espacio de libertad creado por Su mismo Amor, ser libres por ser obedientes a la misión liberadora del Señor.